domingo, 19 de agosto de 2007

Capítulo 6

De los bellos sucesos acaecidos en el Aeropuerto.


- Dos pasajes a Madrid para el próximo vuelo.

- Sale dentro de cinco horas.

- No tiene nada antes.

- Sí, tengo un vuelo a Caracas, otro a Moscú, otro a Los Angeles, tengo que tomar el té, tengo que ir al baño, tengo que llevar estas planillas a mi jefe, tengo que telefonear a mi novio, tengo que ...

- No, no. Le pregunto si no hay otro vuelo a Madrid antes que el que me ofreció para dentro de cinco horas.

- No, es el único.

- Bueno, si no hay más remedio, deme dos.

- Bien, dos mil doscientos veintidós dolares con veinte centavos.

- Mire, ahora no tengo, pero se los traigo la semana que viene.

- ¿Me lo promete?

- Se lo juro por mi madre que está en el cielo, señorita.

- Muy bien, entonces deme los pasaportes, por favor.

- ¿Pasaportes?

- Sí, los pasaportes, unas libretitas muy bonitas llenas de letritas muy chiquitas que tienen una foto y sirven para viajar.

- No, eso no tenemos.

- Entonces lo siento. No van a poder viajar.

- ¿Cómo que no? Usted no entiende. Por favor, necesito viajar ...

- Lo siento. Sin pasaportes no va a poder ser.

- ¿Y usted no me podría prestar el suyo?

- ¿Me lo va a traer la semana que viene con los dos mil doscientos veintidos dólares con veinte centavos?

- Sí, señorita, por favor, le prometo que no la voy a defraudar.

- Bueno, bueno, pero que sea la última vez que viene al aeropuerto sin dólares y sin pasaporte, ¿eh? ¿Me escuchó bien?

- Sí, la escuché. Lo que pasa es que salimos tan apurados. Usted no sabe lo duro que resulta recibir una señal desde lo profundo del cielo.

- ¿Cómo dijo?

- Que usted no sabe lo difícil que resulta...

- No, no, no, lo difícil no, lo duro, lo duro, usted no sabe lo DURO que resulta recibir una señal desde lo profundo del cielo. Esas son las palabras. Usted es ... usted es ... ¿Usted es Vladi Dobladi?

- Sí.

- ¿Y aquel que está durmiendo en el banco entonces es El Maestro?.

- Claro, por supuesto, mi compañero.

- ¡Moria, Susana! ¡Chicas! ¡Llegaron! ¡Ya están aquí!

- Perdón, señorita, ¿nos conocemos de algún lado?, ¿tal vez de los bailes dominicales del Club Provincial?, ¿de las trasnoches sabatinas del recuerdo en Década Discoteque? ¿del recital de los Redondos en Airport?

- No, no, usted no me conoce. Yo los conozco a ustedes pero ustedes no me conocen.

- Ummmhhh, ¡cuánto misterio!

- Ningún misterio, señor Dobladi, ¿o puedo llamarlo “Vladimir”?

- Como guste, señorita. Ahora bien, ¿de dónde me conoce?

- Del libro.

- ¿Qué libro?

- “Una Señal en lo profundo del cielo”. Lo leí cuatro veces.

- ¿Así que un libro? Pero, ¡con razón!

- ¿Estamos en la parte que ustedes llegan al aeropuerto de Ezeiza y hablan con la encantadora empleada de Aerolíneas Astrolábicas, la cual graciosamente les facilita dos pasajes a Madrid, ciudad a la que viajan para ver de conseguir un automóvil, máquina que necesitan para dar cumplimiento al profético signo que usted mismo vio? ¿no?

- Digamos que sí, señorita, algo de eso.

- Yo le decía a las chicas: “Ojalá que cuando lleguen/ vladimirus y el maestre/ me toque estar de turnete/ en la atención al cliente”.

- ¿Qué lindo, no?

- ¡Estoy maravillada, pasmada, deslumbrada ... ahhhh ... ¿me podría firmar aquí?, es para una amiga que lo admira, eso, póngale: “Para Ethel, azafata hasta la muerte, con absurdo cariño”. Gracias, Vladimir, muchas gracias, no lo va a poder creer.

- No, de nada.

El que no lo podía creer era Vladi Dobladi. Tener que esperar cinco horas para tomar un avión a Madrid, en un aeropuerto que se precia de ser internacional, ya era demasiado. La larga demora se sumaba al reciente descubrimiento de ser parte involuntaria de un libro cuyo desarrollo desconocía. En síntesis, Dobladi había comenzado a irritarse y, a esta altura de la novela, ya todos nos podemos dar una idea bastante acertada de lo que puede ocurrir cuando esto ocurre.

El Maestro seguía durmiendo. La Empleada seguía hablando.

- ¿Y qué piensan hacer ahora con la policía pisándoles los talones?

- ¡¿Qué?! ¿La policía?

- Sí, la policía. Incluso está en el diario, mire.

La noticia era de tapa.

POLEMICAS DECLARACIONES DEL MINISTRO DE ECONOMIA.

“YO NO MIRO TELEVISION PORQUE NO ME GUSTA LO QUE DAN”

Los Senadores de la oposición pidieron juicio político para el nuevo funcionario del gobierno.

QUIEREN QUE LA GENTE COMPRE TOCADISCOS CON CREDITOS BARATOS.

PLAN PARA QUE UN MILLON DE HOGARES TENGA MUSICA.

El Gobierno busca que los sectores medios y bajos accedan a las mejores canciones del momento. Habrá préstamos del Banco Nación para comprar tocadiscos. Se podrán pagar hasta en 36 cuotas. El paquete incluirá acceso a frecuencia modulada y un disco en vivo de Los Parchís.

FALTANTE DE LATITAS.

DOS TIPOS AUDACES TRAS UNA SEÑAL DEL CIELO.

La banda pro-jamaiquina estaría a punto de abordar un avión con destino a Madrid. La policía tiende un cerco alrededor del aeropuerto internacional de Ezeiza.

Dobladi le devolvió el periódico a La Empleada. Luego se despidió de su fan con un enfático beso sopapa. Corrió hasta donde El Maestro dormía y lo despertó diciéndole:

- Rajemos, la yuta.

El Maestro no entendía la causa exacta por la que era obligado a despertar de esa manera impetuosa. Pero por las dudas, por reflejo y por experiencia, empezó a correr. Por los altoparlantes se anunciaba la partida del vuelo 55 con destino a Madrid. Nuestros amigos lo abordaron presurosos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me muero.....

Qué pasó compañero?
Ethel amerita un link:

http://www.youtube.com/watch?v=fRZdAMqOVFY

GAb