domingo, 18 de noviembre de 2007

Capítulo 19

La Fiesta


Foto: Dieguitez Petriluski

Vladi Dobladi hubiera preferido marchar en ese mismísimo instante hacia el siguiente capítulo, pero era consciente de la importancia que La Fiesta podía adquirir, con el transcurso de los años, como base para la constitución de su propio mito, y, consecuentemente, para la construcción de esta novela. La ruptura con el pasado se había tornado irreversible. La sustitución de símbolos debía ser tajantemente clara para toda la población.

- ¡Bienvenidos amigos! ¡Bienvenidos a todos! Damas y Caballeros, esta es ... ¡LA FIESTA!- El Zar Gamai había contratado a Pepe Guyi, el animador más popular de la televisión estatal, cuya voz en off inauguró el evento.

El equipo de animación de Pepe Guyi actuó con rapidez. Sin que nadie lo notara, aprovechando la oscuridad que la ingeniosa puesta de luces les otorgaba, los hombres del Guyi Team hicieron desaparecer los platos, la comida, las sillas, los tablones y los mantelitos de plástico. La nueva escenografía era una pista setentosa a lo Fiebre del Sábado por la Noche, con grandes almohadones repartidos por todos los rincones.

Pepe Guyi, con su traje negro y su camisa de cuello ancho y color rojo esmeralda, abierta hasta la punta del esternón, mostrando la pelumbre de su pecho, inició su descenso a través de la gran claraboya, a bordo de un miniescenario colgante personalizado con micrófono incorporado por el cual completamente arrebatado anunciaba:

-No será este un adiós, Vladi Dobladi, te diremos: ¡Hasta Luego!, ¡Hasta la victoria! ¡Forever, compañero! - y el eco de la palabra compañero pronunciada por Guyi quedó suspendido en el aire repitiéndose durante varios y aletargados minutos. Mientras tanto La Doris Day, cada vez más enajenada, arremetía con acelerados covers de La No Smoking Orchestra.

- ¡Vamos con las palmas! ¡Con las palmas!

La voz rasposa de Almond Day clamaba por más aspirinetas. Steve, Simon y Johnny, acompañaban el talento de su hermano mayor con graciosos coros y morisquetas.

En el momento del aterrizaje de Guyi, tres hermosas y regordetas ninfas, montadas en hamacas ornamentadas con florecillas multicolores, hicieron su aparición y comenzaron a pendular entre los invitados arrojando claveles al aire. Muchachotes disfrazados de gauchos con el torso desnudo y bombachas de cuero obsequiaban chupitos que servían como tiro con las botellas que llevaban en sus caderas cual si fuesen revólveres del Lejano Oeste. Conejitas, sí, auténticas conejitas con zapatos de tacos, medias caladas y orejitas de peluche, vagaban entre los presentes con sus bandejitas colmadas de cigarrillos. Odaliscas. Concursos de baile: lambada y tango. Concurso de senos: camisetas mojadas. Cuando pintó el bajón, el animador pegó tres chiflidos, y entonces como espectros, brotaron de la nada Pirilo y sus sobrinas, en roller, trayendo bandejas familiares con las clásicas Fugazzettas desbordadas de aceite y granos de sal gruesa. Media hora después, como último acto, el mismo Pepe Guyi con su barra móvil, empujada por una pareja de tetonas amazonas con trenzas espesas, agitó alquímicas cocteleras y sirvió los mejores tragos.

- ¡Qué organización, Doctor! -gritó Ernesto Botaya que trataba infructuosamente de sentarse en un taburete con rueditas para estrechar la mano de Pepe Guyi.

- ¡Más kechu! -exigió el Jose Angel Garcilaso Abdul-Kabdul López y Carpintero mientras agitaba el esqueleto en medio de una rueda formada por azafatas de Aerolíneas Astrolábicas.

Chicho Serna y García Márkez arrojaban serpentinas contra el pibe Valderrama que las paraba de pechito y luego las pateaba a la tribuna.

Con humildad y sencillez de corazón, Dobladi aceptó las ofrendas que sus amigos, entre copa y copa, le fueron acercando hasta el almohadón en donde reposaba observando mansamente el acontecer de los sucesos.

El Maestro golpeteó con la cucharita en el borde de la copa haciendo "klink klinnnk", pidió permiso a los presentes y recitó a viva voz un poema épico de su autoría titulado "Loa a la Profundidad de la Señal". El poema, compuesto por nueve estrofas escritas en octavas decasilábicas, era un relato de las aventuras compartidas y una glorificación al amor filial que los unía.

La única estrofa que aún se conserva en la Biblioteca de Barranquillas, decía:

Observad sobre Zárate y Quito

sus felices ideas sostener.

La victoria el guerrero chiquito

algún día merece obtener.

Mas la gloria a la fuga se ha dado;

imposible resulta acceder

a la Isla de la Fantasía.

¡Montalbán podría condescender!

Luego fue el turno de Terry Perronel quien le obsequió la auténtica receta de la Sopa Sanpedrina de Pescado (*), escrita en el papel envoltorio de un paquete de yerba.

- Haceme caso, Dobladi. Cuando terminé con la cuarentena, de primer plato te prepará esta sopita y despué me contá.

- La paz esté contigo

- Y con tu estómago.

Minutos después se arrimó Jaleo López.

- Vale tío, que también te he traído un presente de despedida.

Dobladi abrió el atadijo y sacó una bota de vino.

- La he llenado con Binissalem del bueno, del Ribas, hombre, para que te lo bebas cuando llegues a destino.

- Cuando sea la hora, lo beberé sin piedad

- El hombre es lo que bebe.

- Así se habla. ¡Eso es salud, compañero! ¡Y a gozarla!

El último en acercarse fue el Zar Gamai.

- Dobladi, sabemos ya que no es la minería, ni la agricultura, ni la capacidad industrial, ni siquiera el comercio exterior; sino que es El Conocimiento, el verdadero manantial de donde brota la riqueza.

- Al parecer esa es la llave; no hay dudas.

- Pero ¿qué es el conocimiento?

- No lo sé.

- Yo tampoco. Sin embargo te regalaré tres palabras. Me han sido de gran utilidad. Si tu excursión te conduce hacia una situación sin solución, emplea estas palabras, cual si fueran mágicas, sin vacilación. Confío en que este conocimiento hará explotar toda tu capacidad de innovación y te sacará de apuros.

El Zar Gamai metió su mano en la chaqueta, sacó su agenda de bolsillo y un lápiz. A continuación se pasó la mano por la barba, acariciando los pelitos canosos que pululaban por su perilla, y escribió uno a uno los tres vocablos. Luego arrancó la hoja, la dobló en cuatro y se la entregó a Dobladi que se la guardó en el bolsillo.

- Alabada sea La Señal, amado Gamai. Gracias por haber venido.

- No hay fronteras, amigo, en el mercado de las solidaridades.

(*) Nota del traductor: La Sopa Sanpedrina de Pescado es una variante de la Sopa Mallorquina de Pescado. En lugar de preparar el caldo con pescado de mar, se utilizan las espinas y la cabeza de una boga del Paraná.

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