Capítulo 18
Atardecía. Dobladi llegó hasta el muelle donde sus amigos pescaban. Llamó a El Zar Gamai y a Jaleo López y les dijo:
- Vayan a prepararnos lo necesario para la cena.
Ellos le preguntaron:
- ¿Estás bien?
- Sí, sí, estoy bien. Vayan y hagan los que les mando.
El Zar y Jaleo se miraron sorprendidos y tomándolo con humor aceptaron seguirle el juego.
- ¿Y dónde quieres que la preparemos?
Dobladi les respondió:
- Caminen derecho por esta calle. Cuando lleguen a
Los amigos sonrieron y, sin más interrogantes, partieron rumbo a
Llegada la hora, Dobladi se sentó a la mesa con sus amigos. Estaban todos. A la derecha, El Maestro y junto a él Jaleo López, el Zar Gamai y Ernesto Botaya, que de casualidad pasaba por ahí y se quedó a picar algo. A la izquierda, Perronel,
Dobladi, con la mirada serena, como en un trance posquirúrgico, observó a uno y otro lado de la larga mesa y les habló:
- He querido compartir esta cena con ustedes antes de mi partida a Jamaica, porque les aseguro que ya no probaré más trago hasta que llegue a la ansiada isla.
Y tomando una copa, dio gracias y dijo:
- Libustrina y calefón. Desde que inicié este viaje he tratado de discernir el verdadero significado de estas palabras. Los dos vocablos se unen por una extraña alquimia ajena a mis conocimientos, llegan hasta mis labios ausentes de voluntad y salen hacia el exterior para que alguien las escuche y las explique. Pero hasta el día de hoy eso no sucedió. Así que no se aflijan.
Al notar que a ninguno de los presentes le importaba mucho el asunto, Vladi Dobladi cambió de tema:
- Bebed y comed en memoria mía todos los santos días. Recibirán el llamado de El Que Vio
Por la escalerita de madera que comunicaba la taberna de Don Tulio con el salón de arriba, aparecieron los hermanos Day interpretando su propia versión de "The Monkey Man". Empezaba
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