domingo, 9 de septiembre de 2007


Capítulo 9

Veraz Historia del Jose Angel Garcilaso Abdul-Kabdul López y Carpintero

Fue el día treinta de enero de aquel año, cuando el joven Jose Angel Garcilaso Abdul-Kabdul López y Carpintero convencióse de la necesidad de iniciar la revuelta tomatera. Esta gesta tenía el objetivo de poner fin al incremento despiadado de precios que sufría la comarca costera que lo hospedaba. La suba cruel se notaba especialmente en el costo de la botella familiar del ketchup picante.

Encontrábase el noble prócer revolucionario en una fonda de poca monta, a punto de morder el primer bocado de una jugosa hamburguesa doble con queso, cuando percibió la ausencia de la roja sustancia. De inmediato dio aviso al mozo del establecimiento, el cual, ante la obvia exigencia, sólo atinó a manifestar lo siguiente:

- Dice el patrón que si quiere mayonesa o mostaza o incluso salsa tártara o salsa inglesa no hay ningún tipo de problemas. Pero también me manda a decir que si se va a andar poniendo cabrón por el ketchup lo mejor sería que se vaya buscando otro lugar para pegar el mordisco, porque con la alza registrada en la bolsa de Tokyo, todo lo que tenga un miligramo de tomate hay que pagarlo a precio de oro.

Garcilaso, ebrio de furia, tomó al mozo por las solapas de su chaquetilla rayada dejando plena constancia de su descontento con estas palabras:

- ¡Que me traigas el quechu o que te doy una ozztia!

El mozo salvó el pellejo por ese segundo de estúpida misericordia que todos, incluso los héroes, tenemos escondido en algún oculto rincón de nuestras almas cada vez más turbadas por la contaminación sonora de las grandes ciudades y el paso de nuestros propios años. Luego, acompañado por el patrón y el cocinero, volvió el servidor de mesas a proclamar la inexistencia del codiciado líquido espeso, tras lo cual, esta vez no hubo perdón. Se tomaron a golpes de puños dejando el lamentable saldo de tres gastronómicos heridos, un comensal hambriento y una hamburguesa muerta.

Dobladi y El Maestro escucharon con atención la historia que Jaleo López les había contado.

- ¿Y qué?- dijeron a dúo.

- ¿Cómo “¿y qué?” ?- preguntó López.

- ¿Y qué con tu primo?

López ensombreció.

- Mi primo es el mismísimo Jose Angel Garcilaso Abdul-Kabdul López y Carpintero, fugitivo de la justicia desde aquel treinta y dos de enero de aquel año de aquella historia que acabo de aquí contarles.

Dobladi y El Maestro abrieron sus bocas y vocalizaron:

- ¡Ohhhhhhh!- dando todo el aspecto de estar verdaderamente sorprendidos por la revelación que Jaleo López acababa de darles.

- El incidente del bar- continuó López- es conocido como “la gesta sin mayo” y es considerado como el primer grito de libertad en cuanto a la elección del condimento a poner tanto en salchichas como hamburguesas. El monumento a Abdul-Kabdul, montado en un brioso super pancho, que se levanta en el centro de la isla de Ibiza, rinde justo homenaje a mi pariente, hoy oculto en algún rincón de la sierra cubana protegido por un puñado de valientes sobrevivientes del extinto comando chiíta de liberación internacional.

Dobladi hizo su reflexión en voz alta y en un tono de nueva derrota consumada:

- Esto quiere decir que ya no habrá Jamaica posible para nosotros.

- Hombre, aún hay una alternativa.

Los melancólicos viajeros volvieron a respirar ante los fonemas que de López partían zetosos, aceitosos y acelerados.

- El Seat 600 que fuera propiedad de Garcilaso se encuentra en un galpón del Puerto de Palos, a donde la policía lleva todos los vehículos confiscados a personas perseguidas por razones políticas. Creo que si Colón tuvo su punto de partida en aquella localidad, también nosotros podemos revertir la historia de la humanidad desde allí. Veo que no les falta valor, así que si lo desean de corazón, yo podría guiarlos hasta allí y ver de hacer todo lo posible por recuperar la máquina, la dignidad y las utopías.

Ni valor, ni coraje, ni hombría de bien, ni entereza moral, ni amor propio era lo que les faltaba a Dobladi y a El Maestro. Sólo dinero y cerebro, pero por lo que vemos, mucho no les importaba la carencia de tales elementos.

3 comentarios:

Inspeculum dijo...

De órdago, maestro.
Leo con la minuciosidad propia de un borracho buscando las llaves en la madrugada oscura.
No sé si la metáfora es apropiada.
Saludos
A.

fermut dijo...

hic!!!
creería que sic
salud(os)

pd:
"Llave endrán tiempos mejores"
Carlos García (Luna Park - 1975)

Inspeculum dijo...

Pensar que yo estuve ahí! Por dió!